Este domingo tiene lugar en Roma la beatificación del Papa Pablo VI. La beatificación coincide con la clausura del Sínodo de Obispos, un
organismo de la Iglesia crado por Pablo VI, que este año se centra en la
familia.
Giovanni Battista Montini nació en
1897. Ingresó a los 19 años al Seminario de Brescia y fue ordenado sacerdote a
los 23 años. En 1922 ingresó al servicio papal como miembro de la Secretaría de
Estado. Dedicó gran parte de sus esfuerzos apostólicos al movimiento italiano
de estudiantes católicos.
Como
asistente del Secretario de Estado, prestó un gran apoyo en la ayuda que la
Santa Sede brindó a numerosos refugiados y presos de guerra. Fue desde 1954
Arzobispo de Milán, una diócesis con un problema social. Los puntos centrales de su plan pastoral fueron la preocupación por
los problemas sociales, el acercamiento de los trabajadores industriales a la
Iglesia, y la renovación de la vida litúrgica. En 1958 fue creado Cardenal por
S.S. Juan XXIII quien, le otorgó un importante rol en la preparación del
Concilio Vaticano II al nombrarlo su asistente.
A los
66 años fue elegido Papa en 1963, tomando el nombre de Pablo VI. El programa de
su pontificado fue: su principal esfuerzo se orientó a la culminación y puesta
en marcha del Concilio, convocado e inaugurado por su predecesor. Además, el
anuncio universal del Evangelio, el trabajo en favor de la unidad de los
cristianos y del diálogo con los no creyentes, la paz y solidaridad en el orden
social a escala mundial. En enero de 1964, Pablo VI realizó un viaje sin
precedentes a Tierra Santa, en donde se dio el histórico encuentro con Atenágoras
I, Patriarca de Jerusalén. Ese mismo año publicó su encíclica programática
Ecclesiam suam. En 1965, un día antes de finalizar el gran Concilio, el Papa
Pablo VI y el Patriarca Atenágoras I hicieron una declaración conjunta por la
que deploraban y se levantaban los mutuos anatemas quer habían provocado el cisma
de oriente y occidente.
Vivió
el difícil periodo del post-concilio con profunda prudencia, paciencia y
valentía, así como su constancia y en el difícil período posconciliar de su
pontificado. Como timonel de la Iglesia, barca de Pedro, en los momentos más
críticos, mantuvo una esperanza inconmovible. Murió en 1978. En quince años de
Pontificado, este Papa mostró a todo el mundo, cómo se ama, cómo se sirve y
cómo se trabaja y sufre por la Iglesia de Cristo».