sábado, 18 de octubre de 2014

 Este domingo tiene lugar en Roma la beatificación del Papa Pablo VI. La beatificación coincide con la clausura del Sínodo de Obispos, un organismo de la Iglesia crado por Pablo VI, que este año se centra en la familia.

Giovanni Battista Montini nació en 1897. Ingresó a los 19 años al Seminario de Brescia y fue ordenado sacerdote a los 23 años. En 1922 ingresó al servicio papal como miembro de la Secretaría de Estado. Dedicó gran parte de sus esfuerzos apostólicos al movimiento italiano de estudiantes católicos.

Como asistente del Secretario de Estado, prestó un gran apoyo en la ayuda que la Santa Sede brindó a numerosos refugiados y presos de guerra. Fue desde 1954 Arzobispo de Milán, una diócesis con un problema social. Los puntos centrales  de su plan pastoral fueron la preocupación por los problemas sociales, el acercamiento de los trabajadores industriales a la Iglesia, y la renovación de la vida litúrgica. En 1958 fue creado Cardenal por S.S. Juan XXIII quien, le otorgó un importante rol en la preparación del Concilio Vaticano II al nombrarlo su asistente. 
A los 66 años fue elegido Papa en 1963, tomando el nombre de Pablo VI. El programa de su pontificado fue: su principal esfuerzo se orientó a la culminación y puesta en marcha del Concilio, convocado e inaugurado por su predecesor. Además, el anuncio universal del Evangelio, el trabajo en favor de la unidad de los cristianos y del diálogo con los no creyentes, la paz y solidaridad en el orden social a escala mundial. En enero de 1964, Pablo VI realizó un viaje sin precedentes a Tierra Santa, en donde se dio el histórico encuentro con Atenágoras I, Patriarca de Jerusalén. Ese mismo año publicó su encíclica programática Ecclesiam suam. En 1965, un día antes de finalizar el gran Concilio, el Papa Pablo VI y el Patriarca Atenágoras I hicieron una declaración conjunta por la que deploraban y se levantaban los mutuos anatemas quer habían provocado el cisma de oriente y occidente.
Vivió el difícil periodo del post-concilio con profunda prudencia, paciencia y valentía, así como su constancia y en el difícil período posconciliar de su pontificado. Como timonel de la Iglesia, barca de Pedro, en los momentos más críticos, mantuvo una esperanza inconmovible. Murió en 1978. En quince años de Pontificado, este Papa mostró a todo el mundo, cómo se ama, cómo se sirve y cómo se trabaja y sufre por la Iglesia de Cristo».   
Lecturas de la misa dominical
Primera lectura: Isaías 45,1.4-6:
Así dice el Señor a su Ungido, a Ciro, a quien lleva de la mano: «Doblegaré ante él las naciones, desceñiré las cinturas de los reyes, abriré ante él las puertas, los batientes no se le cerrarán. Por mi siervo Jacob, por mi escogido Israel, te llamé por tu nombre, te di un título, aunque no me conocías. Yo soy el Señor y no hay otro; fuera de mí, no hay dios. Te pongo la insignia, aunque no me conoces, para que sepan de Oriente a Occidente que no hay otro fuera de mí. Yo soy el Señor, y no hay otro.»


Salmo responsorial: Sal 95
Aclamad la gloria y el poder del Señor

Segunda lectura: 1 Tesalonicenses 1,1-5b:
Pablo, Silvano y Tirnoteo a la Iglesia de los tesalonicenses, en Dios Padre y en el Señor Jesucristo. A vosotros, gracia y paz. Siempre damos gracias a Dios por todos vosotros y os tenemos presentes en nuestras oraciones. Ante Dios, nuestro Padre, recordarnos sin cesar la actividad de vuestra fe, el esfuerzo de vuestro amor y el aguante de vuestra esperanza en Jesucristo, nuestro Señor. Bien sabemos, hermanos amados de Dios, que él os ha elegido y que, cuando se proclamó el Evangelio entre vosotros, no hubo sólo palabras, sino además fuerza del Espíritu Santo y convicción profunda.

Evangelio: Mateo 22,15-21
En aquel tiempo, se retiraron los fariseos y llegaron a un acuerdo para comprometer a Jesús con una pregunta.
Le enviaron unos discípulos, con unos partidarios de Herodes, y le dijeron: «Maestro, sabemos que eres sincero y que enseñas el camino de Dios conforme a la verdad; sin que te importe nadie, porque no miras lo que la gente sea. Dinos, pues, qué opinas: ¿es licito pagar impuesto al César o no?» Comprendiendo su mala voluntad, les dijo Jesús: «Hipócritas, ¿por qué me tentáis? Enseñadme la moneda del impuesto.» Le presentaron un denario. Él les preguntó: «¿De quién son esta cara y esta inscripción?» Le respondieron: «Del César.» Entonces les replicó: «Pues pagadle al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios.»