№ 178 de Evangelii Gaudium
Confesar a un Padre que ama infinitamente a cada ser humano implica
descubrir que « con ello le confiere una dignidad infinita » Confesar que el
Hijo de Dios asumió nuestra carne humana. significa que cada persona humana ha sido elevada al corazón mismo de Dios.
Confesar que Jesús dio su sangre por nosotros nos impide conservar alguna duda
acerca del amor sin límites que ennoblece a todo ser humano. Su redención tiene
un sentido social porque « Dios, en Cristo, no redime solamente a la persona
individual, sino también las relaciones sociales entre los hombres».Confesar
que el Espíritu Santo actúa en todos implica reconocer que Él procura penetrar
toda situación humana y todos los vínculos sociales: « El Espíritu Santo posee
una inventiva infinita, propia de una mente divina, que provee
a desatar los nudos de los sucesos humanos, incluso los más complejos e
impenetrables ». La evangelización procura cooperar también con
esa acción liberadora del Espíritu. El misterio mismo de la Trinidad nos
recuerda que fuimos hechos a imagen de esa comunión divina, por lo cual no
podemos realizarnos ni salvarnos solos.
Desde el corazón del Evangelio reconocemos la íntima conexión que existe
entre evangelización y promoción humana, que necesariamente debe expresarse y
desarrollarse en toda acción evangelizadora.
La aceptación del primer anuncio, que invita a dejarse amar por Dios y a
amarlo con el amor que Él mismo nos comunica, provoca en la
vida de la persona y en sus acciones una primera y fundamental reacción:
desear, buscar y cuidar el bien de los demás.
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