Homilía de la Santa Misa con ocasión de
la Jornada de la Familia
Vamos a meditar sobre algunas características fundamentales de la familia cristiana.
1. La primera: La familia que ora. Hay dos modos de orar, uno falso – el del fariseo – y el otro auténtico – el del publicano. La actitud del fariseo no manifiesta la gratitud a Dios por sus beneficios y su misericordia, sino la satisfacción de sí. El publicano, por el contrario, no utiliza muchas palabras. Su oración es humilde, se reconoce necesitado del perdón de Dios.¿Rezan alguna vez en familia?¿Cómo se reza? Como el publicano: Cada uno con humildad se deja mirar por el Señor y pide su bondad. Pero, en familia, ¿cómo se hace? Porque parece que la oración es algo personal, y además nunca se encuentra el momento oportuno, tranquilo, en familia… Sí, es verdad, pero es también cuestión de humildad, de reconocer que tenemos necesidad de Dios. Y todas las familias, tienen necesidad de Dios: ¡todas! Necesidad de su ayuda, de su fuerza, de su bendición, de su perdón.¡Para rezar en familia se requiere sencillez! Rezar el “Padre nuestro”, alrededor de la mesa, no es algo extraordinario: es fácil. Y rezar juntos el Rosario, en familia, es muy bello, da mucha fuerza. Y también rezar el uno por el otro: el marido por la mujer, la mujer por el marido, ambos por los hijos, los hijos por los padres, por los abuelos… Rezar el uno por el otro. Esto es orar en familia
2. Otro aspecto: la familia conserva la fe. ¿De qué manera, en familia, conservamos la fe? ¿La tenemos en nuestra familia, como un bien privado, como una cuenta bancaria, o sabemos compartirla con el testimonio, con
la acogida y apertura hacia los demás? Las familias cristianas son familias misioneras. Son
misioneras en la vida de cada día, haciendo las cosas de todos los días,
¡poniendo en todo la sal y la levadura de la fe!
Vamos a meditar sobre algunas características fundamentales de la familia cristiana.
1. La primera: La familia que ora. Hay dos modos de orar, uno falso – el del fariseo – y el otro auténtico – el del publicano. La actitud del fariseo no manifiesta la gratitud a Dios por sus beneficios y su misericordia, sino la satisfacción de sí. El publicano, por el contrario, no utiliza muchas palabras. Su oración es humilde, se reconoce necesitado del perdón de Dios.¿Rezan alguna vez en familia?¿Cómo se reza? Como el publicano: Cada uno con humildad se deja mirar por el Señor y pide su bondad. Pero, en familia, ¿cómo se hace? Porque parece que la oración es algo personal, y además nunca se encuentra el momento oportuno, tranquilo, en familia… Sí, es verdad, pero es también cuestión de humildad, de reconocer que tenemos necesidad de Dios. Y todas las familias, tienen necesidad de Dios: ¡todas! Necesidad de su ayuda, de su fuerza, de su bendición, de su perdón.¡Para rezar en familia se requiere sencillez! Rezar el “Padre nuestro”, alrededor de la mesa, no es algo extraordinario: es fácil. Y rezar juntos el Rosario, en familia, es muy bello, da mucha fuerza. Y también rezar el uno por el otro: el marido por la mujer, la mujer por el marido, ambos por los hijos, los hijos por los padres, por los abuelos… Rezar el uno por el otro. Esto es orar en familia
2. Otro aspecto: la familia conserva la fe. ¿De qué manera, en familia, conservamos la fe? ¿La tenemos en nuestra familia, como un bien privado, como una cuenta bancaria, o sabemos compartirla con el testimonio, con
la acogida y apertura hacia los demás? Las familias cristianas
3. Y un último aspecto: la familia
que vive la alegría. ¿Cómo es la alegría en tu casa? ¿Cómo es la alegría en tu
familia? La verdadera alegría que se disfruta en familia no es algo
superficial, no viene de las cosas, de las circunstancias favorables… Viene de
la armonía profunda entre las personas y que nos hace sentir la belleza de
estar juntos, de sostenerse mutuamente el camino de la vida. A la base de esta alegría
profunda está la presencia de Dios en la familia, está su amor acogedor,
misericordioso, respetuoso hacia todos. Dios nos enseña a tener este amor
paciente, el uno con el otro. Sólo Dios sabe crear la armonía de las
diferencias. Si falta el amor de Dios, también la familia pierde la armonía,
prevalecen los individualismos, y se apaga la alegría. Pero la familia que vive
la alegría de la fe la comunica espontáneamente, es luz del mundo, es levadura
para toda la sociedad
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